En aymara, ch'ixi designa un color grisáceo. Por efecto de la distancia se ve gris, pero al acercamos nos percatamos de que está hecho de puntos de color puro: manchas blancas y negras entreveradas. 

Un gris jaspeado que manifiesta la potencia de atravesar fronteras y vincular polos opuestos de manera reverberante e indeterminada. Es una entidad que no puede definirse como blanca o como negra porque reúne en su ser distintas condiciones.                                                                                                                                                                          (Rivera Cusicanqui, 2018)

Chi´xi, las tres caras de un broche: el broche es una puntada que acerca y vincula partes. Surge en la antigüedad como un útil para sostener paños. Sin embargo, su constitución no se resuelve sólo como un alfiler que asegura prendas, sino que desde sus orígenes se lo ha dotado de otros atributos. Anclado en el indumento, el broche es el umbral que vincula el límite de exterioridad corporal con el entendimiento y el espacio de otr@. Es una señal que relata acuerdos, afirma pertenencias y crea complicidades.

La metáfora de acercamiento y convivencia que el broche representa, resuena en el cometido de Sudakas de acercar partes, honrar la particularidad y crear, comunitariamente, un espacio y un tiempo.

Sudakas no busca una expresión que las unifique. Trabajan en las particularidades y hacen de la polaridad su tejido de apoyo y de fricción. Situadas en su condición geográfica y social, aspiran a la convivencia en la particularidad y apuestan a su potencia generadora de reflexión y crecimiento.