Sin reserva previa. Entrada libre y gratuita.
Tu propio reflejo
Buscar lo distinto, lo vulnerable, lo raro, lo curioso… en uno mismo.
Aceptarlo, tolerarlo, abrazarlo y acogerlo para poder hacerlo también en los demás.
Reconocerse y reconocernos en las diferencias.
En lo que se distancia de lo esperado, de lo común, de lo “normal”…
Pujllay, diablo carnavalero
Con el permiso de la Pachamama se desenterró a Pujllay y empezó el carnaval.
Anda suelto el diablito carnavalero, espíritu de las fiestas, todo es alegría, diversión y desenfreno en el Noroeste argentino. Reinará hasta el fin de semana, Domingo de Tentación, cuando en medio de llantos e imploraciones será devuelto a la tierra, en un hoyo que representa la boca de la Pachamama, junto con coca, serpentinas, chicha y cigarrillos, para que el año próximo vuelva a despertar la gran fiesta del carnaval.
No tuve el huracán ni el holocausto tuve tiempos de paz y de batalla.
Algún día fue claro, otro fue infausto.
No me asomé al horror ni a la negrura de la boca medrosa del abismo.
Es que viví celándome con la mirada puesta en la armadura.
Y en el frío reflejo de las dagas con el cargo de víctima y testigo sobreviví a las furias,
al reparto del premio y el castigo.
Sigo con mi paz, mis azares y mis llagas.
Océanos, redes y plásticos
Una aguja de madera para tejer una red de pesca me hizo tomar nuevamente conciencia sobre las islas, formadas en los océanos, constituidas en su mayor parte por residuos plásticos y restos de redes de pesca. Estos descartes, llevados por el viento y las corrientes, se concentran principalmente en los Océanos: Pacífico Norte y Sur, en el Atlántico Norte y Sur, y en el Índico. Ocho millones de toneladas de residuos plásticos llegan año tras año a los océanos. Por acción del sol ese plástico se degrada en microplásticos que son ingeridos por la fauna marina como alimento contaminante:
un verdadero desastre ecológico.
¿Dónde está?
En la niñez las reglas de la magia son juego, la curiosidad no está restringida a gabinetes. El pasto me esconde de mi madre que me busca y yo sé que me encontrará, pero tal vez no. El tubo de cartón me muestra el mundo a través de un camino oscuro que debo atravesar, al que ingreso con zozobra y deseo. Los macarrones se convertirán en el collar que me hará bella y grande, me dará autoridad y podré mandar; o, tal vez, me permitirá desaparecer y escuchar en secreto lo que no quieren que oiga, mirar lo que no quieren que mire.
Mi niñez se esconde en un gabinete de mi memoria, sólo que hoy no tengo herramientas mágicas para abrirlo y recuperarla.
El Palace
Mi primo era un genio de esos que a los cinco años te tocan al piano una sonata de Beethoven y a dos manos.
De tres hermanos, era el mimado de la casa, por lo cual, se le permitían ciertas excentricidades u obsesiones, que él concentraba en un pequeño armario al que apodó, “El Palace” por el tenor de los tesoros que allí guardaba: gomitas de colores y olores frutados, sacapuntas con cabezas de animales, una caja de 24 lápices Carandache que le regalaron mis padres, lapiceras con figuritas móviles en su interior y otros pequeños objetos traídos seguramente de países exóticos como Taiwán. Tener esas cosas rondando los ´70 ¡no cualquiera!
Ese armario destilaba deseo y parecía brillar en la oscuridad y nosotras, las primas, o sea su hermana, mi hermana y yo, nos moríamos por espiar el interior y poseer aunque sea visualmente, algo de aquel tesoro que mantenía sin uso, envueltos en su original e inmaculado celofán y ordenado en perfecta cuadrícula.
Raras veces nos permitía mira r y entonces, rápidamente le desacomodábamos las cosas de puro envidiosas.
Y entonces mi primo, aguantaba estoicamente nuestras maldades sabiéndose el dueño de la única llave de su Palace.
Mis piezas fueron creadas durante la pandemia, atravesadas por la angustia y la incertidumbre.
Imágenes de cementerios con fosas listas para recibir miles de muertos llegaban de todas partes del mundo.
Siempre relacioné la palabra “gabinete” con una caja de madera que contenía un tesoro,
algo muy preciado que había que proteger.
¿Qué puede ser más preciado que la vida?
Sentí la necesidad de honrar a todas esas personas a las que la pandemia les arrebató la vida en la más profunda soledad. Millones de cuerpos sepultados, vidas perdidas, miedos y deseos encerrados para siempre en gabinetes de madera.
La Balangandá Botánica funciona como una mezcla de conocimientos acumulados y recoge el concepto de posibilidades abiertas por su carácter aditivo, un plegamiento de tiempo, lugares e historias.
Firmemente enraizada en el tema de la migración femenina, en ella surge la semilla como metáfora de enorme potencial de vida y capacidad de transformación, capaz de ramificarse en innumerables direcciones. Cada rama es un viaje imaginado, un paseo por un universo, una cápsula de potencial creativo y regenerativo.
En las alitas o en las patas
Las pestes con gusto viajan
Si aterriza la enfermedá
Seas del norte o del sur
No tiene ninguna piedá.
Pue ¡Hay que cuidar la salú!
Dones
Pienso y juego con dos palabras de igual grafía, la del catalán “dones”,
que se traduce como “mujeres” y la del castellano “dones”, cualidades o habilidades que alguien posee.
En mi espacio mental de búsqueda voy guardando palabras,
palabras como vehículos que transitan hacia respuestas
¿Quiénes somos?
De la tierra a la herida, de la erosión a la coraza que protege pero, a la vez amordaza,
siempre en la misma espiral de arena y viento que nos marca.
Buscando invertir el bucle, aparece el sonido de la palabra sororidad,
el giro expande hacia fuera, la emoción de transformar en positivo.
Quedaran las marcas, belleza en textura para no olvidar el camino.
Mi papá era baterista. Mi hijo también es baterista. Yo soy guitarrista,
y de alguna manera me siento entre esos dos toques rítmicos.
Desde chico, mi curiosidad está en esos pulsos, en el tiempo de la música.
La búsqueda del origen, la aceptación del otro…
La asimilación de costumbres, alimentos…
Poner en discusión el verdadero valor de las cosas…
Cambio climático y arte
Mi inspiración estos últimos años han sido los desastres naturales actuales, ocasionados mayormente debido al cambio climático por acción de la codicia y ceguedad de algunos pocos con mucho poder.
Este tema es una de las cosas que más me preocupa últimamente, es algo que pienso muchos ya se están acostumbrando a ver en las noticias, gente y animales sufriendo con desastres naturales afectando su ecosistema vital.
Al momento de hacer estas piezas a mi alrededor bosques nativos milenarios se estaban quemando sin control, el hábitat de muchos animales e insectos que ya estaban en extinción estaba desapareciendo, incendios de una magnitud que nunca había ocurrido. Las imágenes de arboles muertos, negros quemados se grabó en mi mente y los empecé a dibujar en todo lo que creaba. Así nacieron estas piezas esmaltadas de árboles afectados por desastres naturales, anegamiento, incendio, sequía y ola de frío.
Al ser artista mi forma de contribuir y crear conciencia es creando objetos artísticos que denuncien, son pequeños objetos y con una belleza extraña, la belleza de la desolación.
Taller / lugar donde voy juntando aquello que me interesa:
maderas, recuerdos, herramientas, pasiones, miedos, partes de objetos muy queridos,
tornillos para algún uso, relojes viejos, fotografías de familia, piedras, semillas, mecanismos destartalados.
Cosas que voy recolectando con alguna mirada.
Elementos que conjugados abran la puerta a otros mundos.
Materias vivas que sorprenden.
Materialidades difusas.
Lo visual que se hace táctil, viceversa.
Unas pipas en las que fumó mi padre.
Las bacterias y hongos que he producido y cuidado según antiguas recetas.
En algún lugar de mi corazón esas dos cosas se han reunido.
Lo viejo y lo nuevo juntos, unidos a través de los sentidos.
Lanzar un objeto al mundo
El ideal y la rabia juntos.
Las luchas reales y las imaginarias.
El escombro como testimonio, rastro, evidencia y patrimonio.
Fragmentos de concreto recogidos en los alrededores de Plaza Dignidad,
Santiago de Chile durante las protestas ciudadanas de 2019/2020.
Naturalia
Cual gabinete de curiosidades mi memoria alberga imágenes halladas a temprana edad, recuerdos de ilustraciones vistas en enciclopedias de divulgación científica, dibujos de fósiles y microorganismos marinos, estructuras de esponjas y foraminíferos. Conservo el asombro por las formas, texturas y geometría de minerales y organismos vivos, por la geometría fractal en la naturaleza en la cual percibo una armonía, un orden que busco recrear libremente.
Imaginé que nuestra alma y cuerpo son como ese gabinete de curiosidades
infinito al que vamos develando con el paso del tiempo.
Aquello que brota inconscientemente, todo lo aprendido, nuestras vivencias y recuerdos… en momentos de incertidumbre, quietud, calma y de silencios, solo podía tejer y tejer, tiras, formas contenedoras y más tiras, volviendo a lo primario a eso originario en el hacer como una manera de supravivencia.
Cuando murió mi papá, la abuela Pepa, sacó de su álbum fotos maravillosas
en color sepia coloreadas a mano que me entregó como un tesoro precioso.
Entre ellas, una serie de disfraces que había confeccionado para sus hermanas Claudia y Angélica.
Tomé algunas, y las animé en la computadora.
Como obsesionada en el encierro, necesitaba ver en movimiento
esas mujeres aladas y bailarinas, despegándose de esas tarjetas.
Imprimí las secuencias en papel, para realizar mis joyas.
Primero encerré las imágenes en latas con mecanismos.
Luego en una estructura desnuda, con sonido a alas.
Liberando finalmente esa criatura alada, con su sombra alma, trayendo aire fresco.